Su nombre real es
Karla Gabriela Quiñónez y nació el 25 de diciembre de 1976, bajo el signo de
Capricornio, en medio de la sencillez de la casa de sus abuelos paternos, en un
sector conocido como Barrio Caliente, en Esmeraldas. Lleva la sangre
esmeraldeña de su padre Augusto y la manabita de su madre Marlene. Es la mayor
de tres hermanas y tiene un hermano de crianza.
De una infancia feliz
le quedaron legados importantes: valores como el amor, el respeto, la unidad
entre hermanos; y por otro lado, los juegos que giraban alrededor de la música.
En esa época, su diversión principal era cantar imitando a artistas y bailar
junto a sus hermanas en casa, mientras sus padres estaban trabajando (ambos
fueron maestros). Cuando regresaban, ellos se convertían en espectadores del
show que Karla, Mayra y Corina tenían preparado.
"Mi hermana
Mayra, la segunda, adoraba la música, pero lastimosamente era un poquito
desafinada, entonces la poníamos más a bailar", cuenta Karla, dejando
escapar unas risas traviesas.
También confiesa que
en la niñez veía el programa mexicano de televisión conducido por Raúl Velasco
y le decía a su padre: "Algún día voy a estar ahí, donde está Lupita D'
Alessio".
Pero fue su bisabuela
materna Mercedes Gracia quien le hizo darse cuenta que había nacido para
cantar. Vivió más de cien años, y mientras tocaba la guitarra Karla cantaba
canciones que Mercedes decía eran de la época de Eloy Alfaro.
En los años
siguientes sus padres, que creían que había que apoyarla en su mayor afición,
fueron determinantes para continuar en la música. A los 11 años participó con
la canción Sueños de paz en el concurso de televisión ‘Juguemos a cantar', y
quedó en tercer lugar. Vieron entonces la necesidad de que educara su voz, pero
en la Esmeraldas de ese momento no existían conservatorios; así que fueron al coro
de la Universidad Luis Vargas Torres, pero era un grupo solo para adultos. De
tanto insistir, el padre de Karla convenció al director del coro, Abraham
Bishara, de que le haga una prueba de aptitud a su niña, entonces decidió
iniciar el coro de niños.
Por las limitaciones
que presentaba su ciudad para el desarrollo artístico, los padres de la
cantante decidieron enviarla a Guayaquil para que asistiera al colegio y
tuviera clases particulares de canto. Fue un tiempo difícil para Karla, que
tenía 13 años, y para su familia. En el colegio fue parte de coros, participó
en concursos y al momento de decidir qué estudiar en la universidad optó por
medicina. Sin embargo, terminó por desertar de la carrera.
Paralelamente, en
Guayaquil daba presentaciones en eventos culturales y fue parte de varios
grupos musicales; uno de ellos fue Solidaridad, una agrupación de música
andina, dirigido por el folclorista Wilmar Ordóñez.
En los años
siguientes su vida dio un giro. Contrajo matrimonio a los 19 años y dio a luz a
su primer hijo. El sueño de la música pasó a segundo plano, aunque no se
desvinculó completamente; la prioridad era sacar adelante a su pequeño.
Dos años después,
Karla viajó a Quito para participar en una audición para cantar en una orquesta
que se llamaba Habana Express y que tocaba música cubana como guaguancó, afro
cuban, y otros ritmos. Todo eso era totalmente desconocido para ella, jamás
había oído de la lengua lucumí o yuruba, a pesar de que también era
afrodescendiente. Fue elegida y grabaron un disco con el que fueron de gira a
Estados Unidos.
Cuando se separó de
su marido, no sabía exactamente qué quería hacer y la situación económica se
volvió más apremiante. Ingresó entonces a Petroindustrial, donde trabajó como
secretaria y aunque trataba de seguir manteniendo presentaciones, era muy
complicado. Fue allí donde conoció a su esposo actual. Todo comenzó primero
como una amistad, después se dieron cuenta que tenían mucho en común y que las
letras que él escribía podrían sonar maravillosamente en la voz de Karla. Se
enamoraron y decidieron lanzarse al vacío: ambos dejaron el trabajo y
decidieron dedicarse por completo a la carrera de Karla. "Siempre he sido
un poco temerosa para tomar los riesgos, poco audaz, pero él tiene la
determinación, y yo he confiado en su estrategia", confiesa. Entonces
comenzaron con presentaciones cada vez mejores, primero en eventos sociales y
después en los más importantes hoteles de Esmeraldas.
La cantante esmeraldeña nos cuenta sobre su vida y sus proyectos actuales. |
Su carrera se
catapultó cuando fue ganadora de un ‘reality' televisivo y su éxito Solo tú fue
la canción principal de la telenovela ‘Páginas de la vida'. Entonces Karla
Quiñónez se convirtió en Karla Kanora y saltó del anonimato a la popularidad.
Su vida volvió a
transformarse, tenía que combinar su papel de madre de tres hijos de 14, 8 y 4
años, con el de artista. Sus hijos la comprenden y se alegran al verla feliz.
"Creo que definitivamente una madre feliz cría hijos felices, y además les
he enseñado a luchar por sus sueños y sé que cuando sean grandes así lo
harán", dice.
En los últimos años,
la cantante ha estado trabajando muy duro para lanzar su primera producción,
denominada ‘Karla Kanora, por amor' y que saldrá en los próximos días. Este es
un disco romántico, con ritmos variados, como el pop rock, el soul y el jazz;
incluye los temas Solo tú, Llueven lágrimas afuera, que habla de la solidaridad
con la gente que sufre maltrato o indigencia, y también Ama la vida, la canción
oficial del Ministerio de Turismo para promover el Ecuador en el exterior.
Además cuenta con la colaboración de varios artistas nacionales como Fausto
Miño, Toño Cepeda, Andrés Sacoto, Pablo Santacruz, entre otros.
Sin embargo, allí no
terminan sus proyectos. "Los sueños son muchos. La idea es ir madurando
musicalmente, internacionalizarme en algún momento y que suenen mis canciones,
en los rincones más lejanos y que cuando ya no exista sigan sonando mis
canciones", afirma con una sonrisa brillante.
En lo personal, es una
mujer apasionada, exigente en su trabajo, maternal, algo cascarrabias y no le
gusta cocinar, tampoco sabe nadar, pero es una mujer feliz que se reencontró
consigo misma a través de la música y que se siente realizada cada vez que está
sobre un escenario.
FUENTE:María Cristina Arboleda
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